domingo, 15 de diciembre de 2013

Seguir.

Vemos una luz, pensamos que nuestra vida puede cambiar. La perseguimos, como luciérnaga en medio de la oscuridad de la noche.

Nos dejamos llevar, pero esa luciérnaga sólo jugaba con nosotros. Y entonces nos vemos rodeados de nuevo de miles de personas, como arboles inmóviles en ese bosque de oscuridad. Mirando como sombras grotescas que parecen reírse de nosotros, impasibles.

Ellos no quieren estar ahí y sí, se ríen, creyendo que al menos no estar perdido es mejor que vagar. Pero no tienen oportunidades. Sus raíces son ya demasiado profundas. Y cuando se dan cuenta, luchan por llegar más alto, por al menos observar la luz. No se dan cuenta de que tan solo deberían respetar el espacio de cada uno y subir. Aunque desde luego que es más fácil trepar por el árbol más débil.



Y así creció el bosque y así crecí yo bajo aquellas ramas. Oscuridad. Aunque al menos yo sí que podía seguir caminando, buscando la salida y cuando me perdiese en aquella oscuridad, escalar aquellos árboles para observar el sol de tu sonrisa.